Los trabajos previos para la restauración ambiental de Guguy desarrollados desde el Cabildo de Gran Canaria son elementos clave en la actual candidatura de Parque Nacional. Directamente hay que destacar el Life+ Guguy, que ha sido complementado por otros proyectos como el de la paloma rabiche.
El proyecto Life+ Guguy nació con la finalidad de salvar la última población de cedros silvestres en la isla de Gran Canaria, precisamente ubicada en las zonas cumbreras del macizo de Guguy.
La actuación, que tuvo lugar entre los años 2013-2018, perseguía conservar el bosque endémico de cedros y sabinas, los brezales macaronésicos y los bosques de pino canario. Ello conllevo actuaciones para mejorar el estado de conservación e la flora y la fauna, así como realiza estudios sobre la evolución del medio natural.
Las primeras intervenciones estuvieron dedicadas a determinar el estado real del hábitat de las especies objetivo, conocer las áreas relevantes para la conservación de la flora amenazada y elaborar el plan de recuperación de este hábitat prioritario de la Unión Europea, cuya denominación técnica es 9560 “Bosques endémicos de Juniperus spp”.
Para llevar a cabo el plan de recuperación, el personal técnico recolectó semillas de las especies objetivo, las reprodujo en vivero y se plantaron en las zonas seleccionadas; se hicieron labores de mantenimiento en este espacio que incluyeron la instalación de captadores de niebla para obtener agua y se controló a las especies exóticas, para reducir los daños de herbívoros a las poblaciones de cedros, sabinas y otras especies como el acebuche.
El trabajo de seguimiento de estas plantaciones continúa en la actualidad y los datos de éxito sin duda contribuyen a reforzar la candidatura de Parque Nacional. Así, la población de cedros que no llegaba a 50 ejemplares asciende a la actualidad a algo más de 1.100. 41 hectáreas de la Montaña de los Cedros han sido restauradas, con la plantación de 22.000 árboles, con un índice de supervivencia en torno al 60%. Las especies corresponden al bosque termófilo, la formación que más ha sufrido por la intervención humana, ya que antiguamente ocupaban las extensiones de medianías que se transformaron para la agricultura principalmente. Especies de este bosque como acebuches, almácigos, sabinas o madroños, incluso en algunos lugares con mayor humedad con árboles de laurisilva, como los laureles.
Actuaciones de este tipo no sólo son positivas para la biodiversidad y, por supuesto, el paisaje, también son herramientas para luchar contra el cambio climático. Revegetar las cumbres es una de las fórmulas de éxito para luchar contra la desertización, un capítulo esencial en el futuro de islas como Gran canarias, especialmente si tenemos en cuenta que el 92% del suelo insular está en riesgo de desertización, una cifra estremecedora.